Investigaciones desde el IDH: Cuidando a quienes nos cuidan

Cuidando a quienes nos cuidan: las tareas de cuidado en el marco de la pandemia

(Por Julián Reynoso)

En el marco de la semana de la ciencia, no queremos dejar pasar la oportunidad de destacar el importante trabajo realizado por tres investigadoras de la Universidad Nacional de Córdoba que analiza el fuerte impacto que tuvo la pandemia en trabajadores de distintos sectores a cargo de tareas de cuidado en la provincia de Córdoba.

La pregunta “¿quienes cuidan a quienes nos cuidan?” sirve como hilo conductor del trabajo de investigación de Camila Sapp (becaria del Instituto), Camila Jacobo y María Celeste Monterisi (graduadas de la UNC pertenecientes al grupo de investigación ”La dimensión de género como clave de reconfiguración de la forma sindical. Reivindicaciones, estrategias y desafíos organizativos en la historia reciente” del CIFFyH), que analiza con detalle la manera en la que la pandemia profundizó la situación de precariedad en la que ya se encontraban trabajadoras y trabajadores en cuatro áreas particularmente impactadas: cuidadoras comunitarias, trabajadoras del estado, educadoras y trabajadoras de casas particulares. 

El trabajo fue premiado en la Segunda Edición del Premio Mecon, en el Concurso Federal de Ensayos sobre Economía y Género y será publicado por el sello Manuel Belgrano del Ministerio de Economía próximamente.

Las investigadoras condujeron entrevistas con referentes sindicales y trabajadoras de estos sectores, analizando la problemática con un fuerte foco en los problemas de género que conlleva. En nuestro país las mujeres predominan en sectores de actividad como servicios sociales y sanitarios. Las autoras señalan: “en el mercado de trabajo se reproducen los roles que cumplen las mujeres en el ámbito doméstico, asociados a las tareas del hogar y de los cuidados”. Ahora bien, ¿qué entendemos por “cuidados”? Las autoras lo definen como actividades necesarias para el sostenimiento de la vida y la reproducción social en su conjunto, tareas que van desde el cuidado directo de otras personas (y de uno mismo) hasta la gestión de esos cuidados y asegurar las provisiones para que suceda. Históricamente las tareas de cuidado han recaído sobre las mujeres y con el cierre de establecimientos de cuidado durante el ASPO vieron intensificadas sus tareas en el hogar, dedicando hasta tres veces más tiempo a estas labores que los varones. La clave de género del estudio es fundamental, dado el alto índice de participación de mujeres en estos rubros.

A partir de este planteo, las autoras analizan de lleno de qué manera las organizaciones de trabajo -tanto sindicatos como organizaciones de la economía popular- pudieron hacer frente a estas problemáticas

Cuidados comunitarios

Las consecuencias del ASPO fueron particularmente severas en el ámbito de los cuidados comunitarios, dada la fragilidad preexistente que ya existía previo a la pandemia en estos sectores. Así fue como en barrio vulnerables se dio una especie de “cuarentena comunitara”, por el desdibujamiento entre el ámbito familiar y el comunitario. En este contexto se percibió mayor demanda por parte de las familias ante la pobre infraestructura en saneamiento y agua potable, por ejemplo. Pero también fue mayor la demanda de cuidados directos, tanto en poblaciones de adultxs de la tercera edad y de apoyo escolar ante el cierre de las escuelas y las dificultades en la conectividad para la educación en modalidad virtual. En este sentido, las autoras reconocen el impacto positivo del programa “El barrio cuida al barrio” del Ministerio de Desarrollo Social en el que promotores recorrían los distintos barrios para realizar un acompañamiento específico a grupos de riesgo y difundir medidas preventivas y de higiene. Las autoras recuperan la experiencia de dos espacios de economía popular: Casa-Pueblo Yapeyú y La Dignidad y rescatan el trabajo que llevaron a cabo estos espacios para garantizar los cuidados de quienes los requieren, desde apoyo escolar hasta cuidados sanitarios. Pero a la vez señalan que, a pesar de la articulación con organismos estatales, quienes llevaron adelante estas tareas parecen haber dejado en segundo plano su propio cuidado.

Trabajadorxs del estado

En el ámbito estatal existen condiciones de trabajo muy distintas entre sí, atendiendo a la cantidad de reparticiones y tareas en la que el Estado está presente. Las autoras se enfocan en el sector de la salud, pero rescatan las palabras de un dirigente gremial señalando que hubo quienes pudieron acatar la cuarentena con la posibilidad de mejorar sus condiciones de teletrabajo, pero que no fue la mayoría. En el ámbito de la salud la situación fue aún peor. Ya antes de la pandemia, los derechos laborales destinados a garantizar los cuidados eran escasos y se resolvían de forma privada y, ante la ausencia de arreglos formales, las trabajadoras tejieron redes de solidaridad entre ellas. La pandemia agravó esta situación, en las entrevistas que condujeron las autoras aparecen referencias constantes al estrés y la sobrecarga, no solo por las condiciones laborales sino por la dificultad de organizar y gestionar los cuidados en el ámbito doméstico.

Trabajadorxs de la educación

Las autoras señalan lo naturalizado que está para las propias trabajadoras de la educación que su tarea se considere una extensión de las tareas del cuidado, sobre todo en nivel inicial donde son una “segunda mamá” según una referente de la UEPC. El trabajo que llevaron adelante para garantizar el dictado de clases en la virtualidad fue imprescindible, pero este modo afectó profundamente las dinámicas de trabajo y dejó al descubierto profundas desigualdades. En primer lugar, en cuanto a la dificultad de garantizar computadoras y conectividad para que tanto docentes como estudiantxs puedan asistir a clases. Pero también, al no existir un marco que regule el teletrabajo en la educación, se encontraron en una situación de vulnerabilidad jurídica.

Trabajadoras de casas particulares

En este sector de la tareas de cuidado, sumado a las situaciones ya señaladas en los casos anteriores, se añade un factor adicional de vulnerabilidad por el elevado nivel de precarización e informalidad. Si bien hubo un segmento de trabajadoras que fue reconocidas como “personal esencial” durante el ASPO, fueron solamente quienes realizaban tareas de cuidado directo de otras personas, dejando fuera a quienes se dedican a la limpieza y mantenimiento del hogar. Así, muchas mujeres de este rubro continuaron trabajando ante el peligro de perder su única fuente de ingresos, poniendo en riesgo su propia salud. Pero el impacto también se vio en reducción de jornadas laborales, y también en muchos puestos de trabajo perdidos. La situación se complejiza aún más cuando tenemos en cuenta que luego de finalizada su jornada laboral, deben realizar gran parte de las mismas tareas en su propio hogar.

Este relevamiento llevado a cabo por las investigadoras pone de manifiesto la necesidad de replantear la manera en la que las tareas de cuidado se dividen, no sólo a nivel de desigualdad de género, sino entre los distintos actores: el Estado, sector privado y la comunidad.